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¿Quién lo dudaría? 2021 se portó mucho peor que su hermano mayor 2020 y, a decir verdad, creemos que pocos lo extrañarán y muchos desearán que 2022 sea al menos más leve y generoso. Jesús y Fernando lo desgranan, pero casi todos los granos son problemáticos (sí, cierto, son periodistas).

A ver, un Covid-19 que parecía  bajar la curva nos dio la sorpresa del ómicron (un hijastro menos dañino, no obstante más contagioso); el mundo geopolítico hizo un esfuerzo por desunirse más, por ejemplo, con Rusia militarmente amenazando a Ucrania para que no entre a la OTAN; con China avanzando hacia la formación de un polo antagónico a occidente (sin dejar de producirle los bienes de consumo a menor precio, por cierto) y una América Latina desorientada y muy poco asertiva en sus elecciones políticas.

También Europa post-Merkel, los dilemas del cambio climático, y una Venezuela que no sale del círculo vicioso del chavismo.

Sin embargo, hay al menos una noticia que da esperanzas: 2021 ya se va a acabar. ¿Cómo será 2022? Esperemos que aprenda por contraste de su hermano mayor.

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