Luego de una sucesión de fallos judiciales que liquidaron, una a una, las demandas del equipo Trump al sistema electoral, el país ha entrado en la «dimensión desconocida» de un presidente que no concede la victoria del electo y una burocracia estatal que ya ha activado la transición. Ni qué hablar de la opinión pública, polarizada y parcialmente paralizada por la pandemia.
Jesus y Fernando comentan, no solo lo político, sino el profundo impacto social que la polarización y el caos de las redes traen a la conversación de un país. Y en medio del Coronavirus, que ya es decir bastante. Pero lo político es lo que ha dado hilo conductor a estos eventos que, sin duda, serán estudiados a futuro como hechos ¿insólitos? ¿disruptivos? ¿consecuentes con una era de postverdad? El futuro… no sabemos cómo se presentará pero, sin duda, damos por hecho que aburrido no será.
Yo me pregunto, es un principio legal universal el que los demandantes ante un hecho, puedan demostrar que lo que demandan tiene soporte sin emocionalidad por cierto entonces, también a una persona que haga esto sin sentido, la ley también actúa en contra de ellos por hacer acusaciones falsas. Entonces, que pasará en adelante contra la persona que ha hecho esto desde una posición de dominio muy importante que no es nada más ni nada menos que desde el imperio del poder Ejecutivo de un país?
El imperio de la emoción = al imperio de la mentira, fue lo que realmente pasó en este caso. El debilitamiento de la moral y las instituciones para ganar espacio y poder ha demostrado ser el arma más letal para una vida societal en paz. En adelante , deben recobrarse sin duda esos espacios y como dicen: al Cesar lo que es del Cesar, y no se diga pues que es venganza, sino justicia.
Tiene ud. mucha razón señor Ernesto. Quien acusa tiene la carga de la prueba, si no se comprueba lo acusado esa persona tiene al menos que retractarse.